jueves, 15 de abril de 2010

El Vaticano y Coliseo

Hay pocos lugares en el mundo en el que un cristiano sienta tan cerca sus raíces. La tumba de San Pedro no es una tumba cualquiera. Es aquél que fue llamado por Cristo a dejar las redes en el lago para hacerle pescador de hombres. Pedro vió con sus propios ojos los milagros del maestro. También es cierto que ante la cruz le negó para más tarde dar testimonio de que verdaderamente le quería. Pero no sólo tocamos los pies del primado, en la basílica vimos La Piedad de Miguel ángel, el Bardaquino de Bernini y cerca la Capilla Sixtina.
Las ruians del Coliseo de Roma son una maldición por la sangre que corrió en la arena de tantos y tantos cristianos cuyo delito fue creer en Dios de Jesucristo.

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